Fotografía: Graham Wise – CC-BY 2.0. Visita www.wise-photo.com
La hormiga bala (Paraponera clavata) es un insecto bastante famoso por su potente picadura. ¿Qué tiene su veneno que hace que este pequeño animal posea una de las picaduras más dolorosas? ¿Cómo pudo haberlo desarrollado? El día de hoy trataremos de dar respuesta a dichas preguntas.
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¿Qué hace especial a la hormiga bala?
Como todas las hormigas, la hormiga bala pertenece al orden Hymenoptera y a la familia Formicidae, pero esta pertenece a un linaje único, separado de las otras hormigas hace 100 millones de años, por lo que se clasifica dentro de su propia subfamilia: Paraponerinae, siendo su único miembro.
Esta gran diferencia respecto a otras hormigas puede evidenciarse también en su biología. La hormiga bala construye nidos en el suelo, en la base de los árboles, pero su alimento lo busca en las partes altas del bosque (dosel), por lo que realiza largo desplazamientos a lo largo de troncos, lianas y ramas.
Se considera una especie oportunista y flexible, adaptando la construcción de su nido a la oferta de árboles de la zona donde se encuentre. Por ejemplo, en algunos bosques de Costa Rica, suele asociarse únicamente a árboles del género Pentaclethra, mientras que en Panamá puede estar asociada hasta a 76 especies distintas de árboles.
Dieta
Su dieta se basa principalmente en savia y frutos, ubicados en las partes altas de los árboles, lo que le permite obtener altas dosis de azúcares. Además, para obtener la proteína necesaria para el crecimiento de larvas, consume también insectos, arácnidos, pequeños vertebrados y otros grupos similares en menor medida.
A pesar de su amplia dieta, la hormiga bala evita consumir presas que contengan compuestos tóxicos, tales como los presentes en algunas ranas dardo (Oophaga pumilio, por ejemplo). Sin embargo, parece diferenciar las especies verdaderamente tóxicas de las que presentan coloraciones de advertencia pero son inofensivas [1].
Esperanza de vida
Una sola colonia puede tener hasta 2500 individuos, pero la vida media de esta no suele superar los 2.5 años, esto en parte por peleas entre diferentes colonias de hormigas bala. Esto lleva a que diferentes colonias estén separadas considerablemente unas de otras [4].
Las hormigas bala tienen pocos depredadores naturales, aunque se ha encontrado que lagartos jesucristo (género Basiliscus) pueden alimentarse de estas, así como especies de sapos del género Rhinella. Sin embargo estos han sido eventos aislados y no suelen ser comunes. Entonces ¿qué hace que las colonias de hormiga bala tengan una vida media de tan solo 2.5 años?
En parte, puede deberse a su propia biología, metabolismo y factores de desarrollo que determinen un ciclo de vida corto (aunque relativamente largo respecto a otros insectos). Pero otra razón puede ser la infestación por moscas parasitoides.
Y es que las moscas parasitoides de hormigas bala (Apocephalus paraponerae) eligen a individuos heridos de estas hormigas para depositar sus huevos. Debido a que las hormigas bala heridas liberan un compuesto llamado 4-metil-3-heptanona, las moscas detectan su presencia y llevan a cabo el proceso de ovoposición. Una vez los huevos eclosionan, las larvas se alimentan del cuerpo de la hormiga y esta muere.
¿Por qué el veneno de la hormiga bala es tan doloroso?
El doloroso veneno de esta hormiga es ampliamente conocido por las culturas indígenas de latinoamérica, y ha sido estudiado ampliamente por investigadores para identificar sus componentes y mecanismo de acción. En 1991, se descubrió que el componente principal del veneno de la hormiga bala es un péptido de 25 aminoácidos al que se le asignó el nombre de ponerotoxina.
¿Y qué significa todo esto? Vamos por partes. Los aminoácidos son algo así como los bloques con los que se construyen las proteínas, y un péptido es una unión de varios aminoácidos, pero que no alcanza a ser tan grande para ser considerado proteína. Entonces, volviendo a la ponerotoxina, este péptido de 25 aminoácidos tiene un efecto sobre los canales de sodio presentes en las membranas de células del sistema nervioso y el músculo esquelético. Lo que hace la ponerotoxina es unirse al canal e impedir que este se cierre, lo que el cuerpo interpreta como un intenso dolor [2].
Si bien para el ser humano la picadura de la hormiga bala no es letal, el veneno de 1 sola hormiga (aproximadamente 250 microgramos) puede matar a un mamífero de hasta 180 gramos. A pesar de esto, para los humanos, luego de que los efectos de la picadura cesan, no quedan secuelas considerables. Esto se debe a que el veneno causa un muy bajo daño a los tejidos y membranas celulares.
¿Por qué la hormiga bala desarrolló este veneno?
El hecho de que la hormiga bala pertenezca a un linaje que se separó hace 100 millones de años, sugiere que el origen del veneno tuvo que darse por medio de una innovación, y no debido a una adaptación de otro veneno, como ocurre con otras especies de insectos venenosos. Este proceso pudo haberse dado por mutaciones aleatorias y moldeado por procesos de selección natural.
Si consideramos el hábitat de la hormiga bala, específicamente el utilizado para obtener su alimento, es un lugar bastante peligroso. El dosel de los bosques posee mayor abundancia de recursos respecto al suelo, lo que atrae también potenicales depredadores, como aves, mamíferos y otros vertebrados. El hecho de hacer uso de este peligroso hábitat pudo haber derivado, por medio de millones de años de evolución, en el potente veneno que la especie presenta hoy [3].
Referencias
Ver Referencias[1] Fritz, G. N., Rand, A. S., & Depamphilis, C. W. (1981). The aposematically colored frog, Dendrobates pumilio, is distasteful to the large, predatory ant, Paraponera clavata. Biotropica., 13(2), 158-159.
[2] Piek, T., Duval, A., Hue, B., Karst, H., Lapied, B., Mantel, P., … & Schmidt, J. O. (1991). Poneratoxin, a novel peptide neurotoxin from the venom of the ant, Paraponera clavata. Comparative Biochemistry and Physiology Part C: Comparative Pharmacology, 99(3), 487-495.
[3] Schmidt, J. O. (2016). The sting of the wild. JHU Press. (Usado como referencia principal para la elaboración de este texto)
[4] Thurber, D. K., Belk, M. C., Black, H. L., Jorgensen, C. D., Hubbell, S. P., & Foster, R. B. (1993). Dispersion and mortality of colonies of the tropical ant Paraponera clavata. Biotropica, 215-221.