Hace poco más de un siglo, un joven naturalista llamado Leo Edward Miller visitó Colombia con una misión: colectar especímenes para el Museo Americano de Historia Natural. Sus hallazgos, sumados a su capacidad de observación e interpretación del entorno lo hicieron famoso en el gremio de los ornitólogos, pero su nombre se perdió en el tiempo y hoy en día es poco recordado. Hoy revisaremos el recorrido de este interesante personaje y los logros que obtuvo en nuestro país.
Contenido
El 23 de marzo de 1911 fue el día de inicio de esta aventura para Miller, cuando desembarcó en el puento de Buenaventura, Valle del Cauca, siendo parte de una expedición comandada por el reconocido ornitólogo Frank Chapman. Durante los meses siguientes exploraría las regiones más remotas del territorio nacional, conociendo especies y paisajes impensados.
Los detalles del viaje pueden consultarse en el libro «Leo E. Miller, naturalista incógnito«, una obra realizada por Luis Germán Naranjo y Santiago Naranjo, que consiste en una traducción de los 9 capítulos referentes a Colombia del libro «In the Wilds of South America», escrito por el propio Miller luego de finalizar otras expediciones por países de suramérica.
En esta pequeña revisión nos centraremos en aspectos culturales, geográficos y biológicos que Miller pudo notar durante su estancia en Colombia.
La Colombia de inicios del siglo XX bajo los ojos de Miller
Cultura
En sus apuntes, Leo Miller comenta de forma detallada la forma de vida de los habitantes con los que se encontró durante sus viajes. Algunas veces, sin reparo alguno, menciona la precariedad y simpleza de la vida en el nuevo mundo. Sin embargo, él mismo reconoce que no debería ser su objeto tratar de cambiar las costumbres de sus habitantes.
De forma general, Miller describe a los colombianos como personas bastante amigables, percepción que pudo evidenciar en muchos pueblos en los que fue recibido, con fiestas y discursos por parte de los gobernantes locales, e incluso por campesinos de las regiones más apartadas. Solo una vez, menciona, se le negó posada en una pequeña casa apartada cerca del Quindío, lo que le pareció bastante extraño dada su impresión de la gente local.
Los relatos de viaje del naturalista se entremezclan con observaciones en ocasiones jocosas de algunas prácticas comunes en algunas regiones, así como sus impresiones generales de las gentes con las que convive: Miller atribuye la falta de ánimo de algunos habitantes del Chocó a las enfermedades tropicales que abundan en la zona (y que él mismo sufrió). Por otro lado, describe a las personas de zonas templadas como más vigorosas y asocia sus capacidades físicas al consumo de plantas como la coca.
En ocasiones el autor da su punto de vista sobre algunas comidas u objetos auctóctonos de las regiones, dejando ver por encima ciertas concepciones erróneas sobre algunos nombres o usos. Esto se debe probablemente a las diferencias idiomáticas o acentos locales que dificultan su entendimiento.
Geografía
La accidentada geografía de Colombia fue sin duda una de las razones que más dificultó los desplazamientos de Miller y su expedición hacia los lugares de estudio. Solo en el viaje por el ferrocarril del Pacífico, justo al comenzar su expedición, Miller pudo observar el escarpado terreno de las montañas y los cambios abruptos que estas presentaban. Esto sumado a los regímenes de vientos y otras dinámicas climáticas, hacía que la temperatura, humedad y otros factores variaran increíblemente de región a región, permitiendo pasar de selvas húmedas a zonas áridas (como el enclave seco de Dagua), en tan solo algunos kilómetros.
La estructura de las montañas, valles y demás formas del paisaje llamó la atención de Miller, quien describió la forma de volcanes, páramos, picos nevados, colinas y demás accidentes geográficos que encontró durante sus recorridos. Esta atención al paisaje fue fundamental en el éxito de su expedición, que buscaba abarcar lugares no explorados con tipos de hábitats distintos que albergaran composiciones de aves diferentes.
En su viaje, Leo Miller logró cruzar las 3 cordilleras de Colombia, visitando zonas tan distantes entre sí como Buenaventura, Cali, Popayán, Cerro Munchique, Salento, Nevado de Santa Isabel, Nóvita, Almaguer, Páramo de Las Papas, San Agustín (Huila) , Florencia (Caquetá), Puerto Berrío, Medellín, Santa Rosa de Osos, Yarumal, Puerto Valvidia, Peque, Cerro Paramillo, Dabeiba, entre otros lugares.
Avifauna
En este apartado es donde se encuentran las mayores contribuciones de Miller al conocimiento de la avifauna nacional. Gracias a él, se levantó una amplia colección de aves que Frank Chapman utilizó para crear el primer manuscrito sobre las aves y su distribución en Colombia. Pero el valor añadido de Miller radicaba en sus habilidades para observar y describir de una forma detallada (a veces con ciertas licencias) la diversidad de formas y comportamientos que se encontraba durante sus jornadas.
Miller fue al parecer el primer naturalista en notar la interacción entre los carpinteros de los robles (Melanerpes formicivorus), que realizan agujeros en estos árboles, y los colibríes chupasavia (Boissonneaua flavescens), que aprovechan la savia desprendida por los orificios para alimentarse en grupos numerosos. Sus descripciones incluían a menudo elementos muy importantes de la historia natural de las especies, como uso de hábitat, forma de nidos, huevos o características reproductivas.
Observaciones notables
Pero fue gracias al gallito de roca (Rupicola peruvianus) que Leo Miller se dio a conocer ante la gente del común en Estados Unidos. Sus observaciones sobre la biología reproductiva de la especie, que fue encontrada en quebradas rocosas del departamento del Huila, fueron resaltadas en diarios nacionales y presentadas como una hazaña, debido al hasta entonces carácter misterioso de esta ave de la familia de las cotingas.
Es de notable interés además, la observación poco habitual de un «águila arpía» (Harpia harpyja) a unos 3000 msnm en Cerro Paramillo, ubicado en la cordillera Occidental de Colombia. Investigadores y pajareros al día de hoy discuten este registro, dudando sobre su veracidad, pues tal altura no concuerda con la distribución habitual de la especie, ni con la de su especie más parecida (Morphnus guianensis). Resulta más extraño aun este registro pues por las capacidades de observación de Miller sería raro que incurriera en tal error de determinación.
La anterior fue solamente una recopilación de algunos de los aspectos más importantes del viaje de Miller en Colombia, y deja por fuera muchos detalles interesantes que solo pueden disfrutarse mediante una lectura detenida. Recomendamos nuevamente revisar el libro «Leo E. Miller, naturalista incógnito», o en su defecto el libro «In The Wilds of South America».